—¿Osea, Pedro, que aquella gente era la más adelantada entre los habitantes terrestres?
—Sí, Ivanka. Atlanta era el cuarto campo de aterrizaje, según el idioma de los terrícolas, donde fueron desembarcados los apunianos para poblar la Tierra, después de la última catástrofe, o diluvio, y de allí se derivan todas las razas que hoy conocemos.
—¿Cuáles eran los otros lugares de desembarque, Pedro?
—Los apunianos desembarcaban su gente para poblar la Tierra en varios lugares, pero los principales fueron Atlanta, hoy sumergida, Nazca, hoy Perú, Chichén Itzá, México y Chou—Kou—Tien, hoy China.
Millones de años después de haberla poblado por última vez, regresamos, y encontramos que los hombres de la ciudad de Atlanta habían desarrollado tanto su ciencia, que sorprendían. Conocían varios adelantos que nosotros teníamos en Apu. Esos hombres conocían la forma de concentrar los iones positivos del espacio, practicaban la educación del pensamiento, tenían maquinarias, conocían la fundición de minerales, tenían buques con los cuales pasaban por los mares polares hacia el Océano Pacífico, y construían máquinas voladoras.
—¿Y por qué no tomaron precauciones para salvarse de la catástrofe?
—Cuando apareció el mar en los lugares que te dije, los atlantes se movilizaron, pero todo ocurría tan deprisa que no tenían dónde huir. Trece días después de hundirse Adris y Egisa, se hundió la gran Atlántida, que ocupaba la zona comprendida entre los mares polares, América, Europa y África; de aquel continente sólo quedó una pequeña isla, frente a lo que hoy es Grecia. Los mares polares la cubrieron con sus aguas. En aquel entonces América con sus habitantes quedó separada de Europa y África, y la civilización terrestre perdió una de las más brillantes épocas de su adelanto.
Además de eso, por causas originadas por aquel terremoto, la Tierra sufrió también un cambio en su posición respecto del Sol, y ocupó en el espacio un lugar más negativo para los seres vivientes, lo que estamos corrigiendo con bastante esfuerzo. Hace unos cientos de años que estamos consiguiendo ciertos resultados positivos en la corrección de aquella desviación, y creemos que en unos siglos más, la lograremos significativamente para que los terrícolas se tornen pacíficos y vivan fraternalmente.
—¿Han quedado rastros de aquella civilización en algún lugar de la Tierra, Pedro?
—Sí, Ivanka, existen restos de todas las épocas y culturas, como te dije, pues, han quedado señales del hundimiento de Atl Anta, en Grecia, Egipto y algunos lugares del norte de Europa; pero como están confundidas con las de épocas anteriores y posteriores, es difícil diferenciarlas unas de otras, ya que son similares por proceder de una misma especie (humana). Luego, por la posición negativa que la Tierra había ocupado en el espacio respecto del Sol, los rayos solares negativos detuvieron todos los pensamientos positivos de los hombres, y también destruyeron restos de la Atlántida y otras civilizaciones. Mas de los atlantes ha quedado poco en la superficie. El más importante aspecto de los adelantos de Atlanta yace en las profundidades del Océano Atlántico y sus mares.
—¡Quién pudiera creer que todo eso sucedió con la Tierra! —exclamó Ivanka poniéndose pensativa. Luego prosiguió—: Oye, Pedro, tú dices que los terrestres descendemos de los apunianos, pero algunos científicos afirman que descendemos de animales, ¿cómo es eso?
—Los científicos terrestres, Ivanka, son imanados por los iones positivos que nosotros enviamos, y eso les ayuda para que se inspiren en la realidad, pero hay obstáculos y presiones de ciertas costumbres y tradiciones terrestres que a veces les impiden decir todo lo que captan. Como verás más adelante, cuando apareció la vida de las células, éstas se empezaron a agrupar y organizar en diferentes especies animales, de donde surgió una agrupación celular que formó una especie de ser viviente, única e inconfundible, que, luego de una evolución que duró largo tiempo, que en años se puede expresar con una cifra de uno más quinientos ochenta y tres ceros a su derecha, resultaron ser el hombre y la mujer de hoy... Fue un proceso interesantísimo; pero todo sucedió en Apu; cuando regresemos del campo lo verás en la pantalla del tiempo y entonces te explicaré todos los detalles que sucedieron en Apu al principio de la vida.
—¡Tantos años han pasado desde la última catástrofe terrestre y nosotros aún seguimos siendo atrasados! ¿Por qué, Pedro?
—Hubo varios fenómenos que nos han impedido que ayudemos directamente a los terrestres en su civilización. De esto vamos a tratar más adelante, pero uno de los principales es la influencia negativa del Sol sobre los terrícolas, que los ha vuelto agresivos. Cuando los visitábamos, nos agredían y nos tomaban de esclavos para que les hiciéramos trabajos difíciles con nuestros poderes sobre la materia, que ellos ya habían perdido.
Pasaban cientos de miles de años y nosotros veníamos sólo una o dos veces. Pero cuando Zay perfeccionó la desintegración e integración de la materia, aumentamos nuestra ayuda. Luego la encarnación ha dado un magnifico y eficaz resultado. Pronto los terrestres se tornarán pacifistas, y entonces ellos podrán vivir en Apu y nosotros en la Tierra, según el deseo de cada uno.
—¡Por Dios, Pedro!, ¿cómo sabes tú todo eso? —preguntó Ivanka sobrecogida.
—Nuestras máquinas del tiempo lo dicen. Todos los apunianos lo saben; tú también lo aprenderás, porque tendrás oportunidad de ver en la pantalla todos esos procesos.
Ivanka calló por un instante, asombrada por lo que veía y escuchaba. Se acordó de la sacrificada vida terrestre, en que los seres se "comen" unos a otros para poder seguir viviendo. Se acordó de las palabras que hacía años el pope le había leído de la Biblia, que anunciaban el advenimiento de una vida mejor, más fraternal, amistosa, sin miseria ni explotación, y con amor. Miró a Pedro en los ojos y medio desconfiada de él y de sus palabras le preguntó:
—Pedro, ¿hay en la actualidad apunianos en la Tierra?
—Claro que sí, Ivanka, nosotros estamos desparramados por el espacio para asistir a los que necesitan ayuda, pues éste es nuestro deber, es nuestra innata misión positiva, por la cual se justifica nuestra existencia.
—¿Regresarán a la Tierra los apunianos de que me hablaste antes?
—Sí, Noi ya está en la Tierra hace varios años, encarnado en un terrícola. Posiblemente a mediados del siglo presente se producirá un gran adelanto. Con su ayuda positiva, una región terrestre sufrirá un cambio total y efectivo, admirable. En cuanto a Zay, en la actualidad él está en el planeta Pi. Es posible que alrededor de mediados del siglo veinte se encarne nuevamente en un terrícola, para ayudar al hombre a que salga de la miseria espiritual, si los hombres hasta entonces no se destruyen con el fuego químico producido por ellos, pues en el curso del siglo veintiuno surgirán grandes cambios positivos en la Tierra.
—Pedro —interrumpió Ivanka—, dijiste hace un rato que el planeta terrestre es parte de Apu; dime: ¿los hombres y mujeres fueron llevados a él por ustedes?
—Sí, pero millones de años después de que fue separada de Apu; ustedes terrícolas son parte de nosotros. Ya te dije que la Tierra también ha sido nuestra. La hemos poblado varias veces. Después de la explosión de Apu, hemos demorado cientos de miles de años en perfeccionar de nuevo nuestras máquinas, para superar la velocidad de la luz; antes de esto los viajes interplanetarios sólo se efectuaban a los planetas de nuestra galaxia, y tomaban cientos de años, mas cuando este obstáculo fue superado, la ayuda a los planetas fue aumentada también.
Cuando Zay perfeccionó métodos de desintegración e integración de la materia, fue posible efectuar viajes a la velocidad del pensamiento; entonces la ayuda a los terrícolas aumentó en muchos miles de veces. Después de que Zay volvió de la Tierra por segunda vez, los apunianos van y vienen de ella a cada minuto. La mayoría viaja para integrarse en personas. Los otros, como yo, van y observan las dificultades, regresan, planean y otra vez retornan para ayudar. Los siglos veinte y veintiuno traerán a los terrestres un enorme adelanto, pues inventarán máquinas diferentes, tales como de hablar, de ver, de volar, de reemplazar las partes del cuerpo humano, y al regreso de Zay a la Tierra, los terrestres obtendrán el poder de producir la sangre artificial que nosotros tenemos, máquinas de volar por el espacio, eliminarán el dinero de su medio de vida y vencerán a la muerte.
Los siglos próximos serán de nuestra campaña intensiva para ayudar a nuestros hermanos terrestres, pues trataremos de que no suceda el hecho caótico que has visto, y volverás a ver, en la pantalla al venir para acá.
Fuente: Todo el texto (digitado) del libro Galaxia X-9: Apu, un mundo sin dinero, escrito por Vitko Novi (Año 1976).
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