sábado, 7 de enero de 2012

UN PLANETA LLAMADO: TIERRA (PARTE 1 de 3, Civilizaciones)

"Un día, una nave apuniana descendió a la superficie terrestre. La Tierra en aquel entonces había perdido todas las condiciones de vida que había poseído cuando era parte de su planeta madre, Apu, antes de la explosión, pero como tenía una extensión regular y estaba iluminada por la luz del Sol, los apunianos decidieron poblarla, para obtener nuevas experiencias en el desarrollo físico, psíquico e intelectual de los seres en un planeta tan cercano a la fenomenal bola de fuego que había originado la destrucción de una inmensidad del espacio. Provocaron lluvias artificiales que bañaron la Tierra durante miles de años, hasta que se formaron los mares, los ríos y la atmósfera.

Luego la sembraron de plantas, personas y animales traídos de Apu; la Tierra, así, quedó poblada y empezó su nueva vida en el espacio. Al principio, a causa de que sus vehículos espaciales apenas alcanzaban la velocidad de la luz, y otros impedimentos, los apunianos visitaban a los terrestres alrededor de cada mil años, y mientras tanto la influencia negativa de los rayos solares distorsionaba el perfecto desarrollo de seres, plantas y animales traídos de Apu a la Tierra.

Los seres vivientes adquirían el egoísmo, y de él provenían todos los demás efectos negativos que degeneraban la perfección que habían tenido sus antepasados cuando vivían en Apu. Así pasaron muchos millones de años.

Los terrícolas habían alcanzado una civilización de conciencia egoísta, donde los seres eran insensibles, duros y crueles, pero bastante avanzados en el aspecto técnico y científico. Habían formado diferentes ideologías en torno de la vida, se dividían en grupos y competían entre sí, haciendo apuestas, en los nuevos descubrimientos científicos, por los que el mejor inventor recibía los valores apostados y además una nueva cantidad de partidarios.

Un día sucedió lo inesperado: dos científicos trabajaban en un laboratorio ubicado en la parte central de la Tierra, esforzándose en descubrir un nuevo combustible de aire para sus máquinas voladoras. Una lamentable equivocación de uno de ellos hizo que la atmósfera se incendiara súbitamente, y todo el planeta quedó envuelto en fuego. Las llamas se extendieron por el espacio y alcanzaron varios satélites naturales que en aquellos tiempos tenía el planeta, quemando también sus superficies. La Tierra quedó sin vida, sin atmósfera y se alejó considerablemente del Sol.

Pasaron miles de años hasta que los apunianos vinieron nuevamente a ella. Utilizando el poder de sus máquinas del tiempo se dieron cuenta de lo que había sucedido y empezaron otra vez el poblamiento. Bañaron la Tierra con lluvias duraderas, hielos y otros procedimientos, hasta que formaron las condiciones necesarias para la vida.

Trajeron nuevamente hombres, plantas y animales, y establecieron la vida en el planeta terrestre por segunda vez. Parecía que el planeta había ocupado una nueva posición respecto del Sol, y que los rayos solares de diferentes combinaciones no lo afectarían tanto en el futuro. Pasaron varios millones de siglos, y la segunda población terrícola había avanzado muchísimo en su civilización.

Los habitantes estaban menos afectados por los rayos solares, pero todavía existía mucha influencia de la enfermedad egolátrica. Los bienes que se producían se repartían sólo entre aquellos que habían participado en su producción, quedando así una enorme cantidad de ciudadanos que no gozaban del usufructo de los bienes, ya acaparados por los productores.

Aquella forma de administración era inadecuada y originó una nueva lucha y competencia técnica, negativa, peligrosa para una vida pacífica. Una noche la Tierra sufrió su segunda catástrofe. Unos químicos que intentaban convertir los iones negativos del espacio en combustible para sus vehículos, y así superar a sus competidores que utilizaban para ello la energía solar en sus naves espaciales, cometieron una equivocación durante los ensayos, y provocaron un desequilibrio en la atmósfera. La Tierra, que hasta entonces había girado alrededor de su eje ecuatorial, empezó a rotar alrededor de su eje Polar.

Los huracanes, tempestades, tormentas, ciclones y torbellinos azotaron la superficie terrestre durante novecientos treinta años, hasta que los apunianos se dieron cuenta de estos trastornos atmosféricos y bombardeándola con iones positivos, la volvieron positiva. Luego, provocando tempestades y colosales tormentas, extrajeron agua de mares y océanos, que cubrían toda la superficie terrestre, y la lanzaron por el espacio hasta que la mayor parte del planeta quedó apta para la vida. Pero las tormentas habían eliminado las personas y los animales. Sólo existían algunas especies de plantas capaces de soportar el desastre y que hasta ahora se encuentran en el fondo de los mares".

Fuente: Todo el texto (digitado) del libro Galaxia X-9: Apu, un mundo sin dinero, escrito por Vitko Novi (Año 1976).

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