lunes, 8 de marzo de 2010

Leyes

Lo que dicta la mayoría de las leyes es lo que conviene a los intereses creados de los más poderosos.
Veamos un ejemplo: Fumar.

Ahora la ley dice que no pueden cultivar y usar una cierta clase de planta, hachís (marihuana), o cáñamo indio, porque el gobierno dice que no es bueno para ustedes.
Sin embargo el mismo gobierno dice que está bien que se cultive y se consuma otra clase de planta, el tabaco, no porque sea benéfica para la población (en efecto, el mismo gobierno dice que no lo es), sino, presumiblemente, porque siempre se ha consumido.

La verdadera razón para que la primera planta esté proscrita y la segunda esté libre de restricciones, no tiene nada que ver con la salud. Tiene que ver con la economía. Es decir, con el poder.
Por lo tanto, las leyes no reflejan lo que la sociedad piensa de sí misma y desea ser; las leyes reflejan dónde está el poder.

La razón para que la primera planta esté proscrita sólo persigue, en apariencia, conservar la salud. La verdad es que la primera planta no es más adictiva y no representa un riesgo mayor para la salud que los cigarrillos o el alcohol, los cuales están protegidos por la ley.
¿Por qué, entonces, no se permite? Porque si se cultivara, irían a la quiebra la mitad de los cultivadores de algodón, los fabricantes de nailon y rayón, y la gente que comercia con la madera.

El hachís (marihuana) es uno de los materiales más útiles, más fuertes, más resistentes, y más duraderos en este planeta. No podrían producir una fibra mejor para ropa, una sustancia más fuerte para sogas, una fuente más fácil de cultivar y cosechar para pulpa.

Se derriban cientos de miles de árboles cada año para proporcionar el periódico de los domingos, para que se pueda leer acerca de la destrucción de los bosques del mundo. El hachís (marihuana) podría abastecer materia prima para millones de periódicos dominicales sin derribar un solo árbol. En efecto, podría ser un sustituto para tantos recursos naturales, a un costo de la décima parte.

Y ésa es la trampa. Alguien pierde dinero si se permite cultivar esta planta milagrosa, la cual, por cierto, también cuenta con propiedades medicinales extraordinarias. Y a eso se debe que la marihuana sea ilegal en tu país.

Es la misma razón por la cual ha llevado tanto tiempo la producción de automóviles eléctricos en masa, el suministro de una asistencia médica conveniente a un precio razonable, o el empleo de calor y energía solar en cada casa.

Durante años se han tenido los recursos y la tecnología para producir todo eso. ¿Por qué, entonces, no se desarrolla? Averigua quién perdería dinero, y ahí encontraras la respuesta.

¿Esa es la Gran Sociedad de la cual estás tan orgulloso? A tu "gran sociedad" hay que arrastrarla a la fuerza, pateando y gritando, para que considere el bien común. Cada vez que se menciona el bien común o el bien colectivo, todos gritan: "¡Comunismo!".
En tu sociedad, si el proveer para el bien de los muchos no produce una enorme utilidad para alguien, las más de las veces simplemente se ignora el bien de la mayoría.
Esto no sólo es verdad en tu país, sino también alrededor del mundo.

Fuente: Todo el texto (copiado y pegado) del Segundo libro Conversaciones con Dios, Neale Donald Walsch.

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