jueves, 17 de abril de 2014

La sección museo


Los seres humanos se acostumbran tanto a su entorno, que los museos que exhiben las costumbres del pasado son siempre interesantes. El centro cultural tiene un excelente conjunto de exposiciones que datan del tiempo en que el hombre se separó de sus antepasados primates. La muestra sobre el siglo veinte es particularmente completa. Aunque es un siglo cercano en el tiempo, es muy distante en espíritu. La muestra sobre el dinero es una curiosidad. “Qué curioso”, piensa Hella, “que uno necesitara de estos pequeños discos de metal y papeles impresos para adquirir alimentos, vestimentas, refugio o cualquier otra cosa!”

Hella encuentra que los relucientes automóviles se ven bastante contemporáneos, pero la ilusión desaparece al leer la leyenda que cuenta que eran construidos para durar sólo unos pocos años; que, incluso cuando estaban nuevos, rara vez funcionaban por un par de meses sin reparaciones; y que necesitaban llenar combustible ¡cada 300 kilómetros! Una ingeniería tan incompetente como ésta no puede ser comprendida por personas a las que incluso una reparación en veinticinco años les parece excesiva.

La leyenda de la exposición relata que “Este intento de medio de transporte es producto de una sociedad que vivía en la escasez, donde los automóviles eran considerados un símbolo de estatus. La eficiencia era deliberadamente evitada. Incluso, ¡se planificaba su obsolescencia! ¡Los millones de muertos y heridos por este tipo de automóviles es aún más inhumano que los sacrificios de mujeres vírgenes en los rituales mayas!”

Hella encuentra extraños los aparatos del siglo pasado. Estufas, refrigeradores, lavadoras, secadoras ―¡qué engorrosa forma de hacer las cosas! Sonríe al ver los zapatos de tacón, las pantis y las fajas. ¡Qué increíble variedad de elementos y panaceas solía tener la gente! Medicamentos, cepillos de dientes, pasta de dientes, cosméticos, jabones, escobas, aspiradoras, bombillas eléctricas, máquinas de escribir, máquinas de dictado, libros, revistas, periódicos y miles de otros accesorios. ¡No hay prácticamente ningún artefacto producido para los consumidores del siglo veinte que siga siendo útil en el siglo veintiuno!

Aunque Hella llegó al museo al atardecer, para las tres de la mañana ha recorrido sólo una pequeña parte de la muestra. Escuchando la música que ha seleccionado y que es dirigida directamente a sus oídos, Hella se duerme relajada sobre una amplia silla ergonómica. El mecanismo cibernético de detección de ruido la aísla completamente de las sensaciones externas que pudieran perturbar su sueño. Se despierta a la mañana siguiente con una sensación de curiosidad.

Fuente:
Libro “Mirando hacia adelante” de Kenneth S. Keyes, Jr. And Jacque Fresco.
(Escrito en el año 1969).

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