“En épocas pasadas, nunca se tenía suficiente ―dinero, seguridad o amor”, dice Hella. “la gente desarrollaba sentimientos de posesividad. Por ejemplo, el asesinato del cual fui testigo, giró en torno al deseo de un hombre por poseer una mujer. El sentía que ella le pertenecía ―que podía decirle cómo vivir su vida.”
“¡Qué barbaridad!” dice Scott. “Me cuesta imaginar a alguien intentando retener el amor de otra persona mediante la fuerza o la amenaza. Uno mantiene el amor con los brazos abiertos, no con los puños cerrados”. “Sí, pero ellos no podían sentir de esa manera”, replica Hella. “Sus celos eran generados por sentimientos de inferioridad e inseguridad. El hombre temía que si su mujer se cruzaba con otro hombre, lo encontraría más atractivo y no volvería con él”.
“Cuando tú estás con alguien, yo me alegro” dice Scott con un cálido tono de voz, “pues sé que has encontrado una relación que enriquece tu vida. Y cuando tú estás conmigo, yo tengo el reconfortante sentimiento de que estamos juntos, sencillamente porque queremos estar el uno con el otro.”
En el pasado, si un hombre y una mujer se amaban mutuamente y deseaban un tipo íntimo de compañía, la sociedad esperaba que ellos se unieran mediante un acuerdo legal llamado matrimonio. Por supuesto, esto era realizado para asegurar la mantención de los niños durante sus años de crecimiento, pero, ¿puedes imaginar verdadero amor y compañía si estas encadenado a derechos y obligaciones legales? “Suena horrible. Si tu disfrutas estar conmigo, eso es maravilloso”.
Hella acaricia suavemente a Scott. “Si nuestras vidas tomasen caminos diferentes, sería porque hemos encontrado relaciones más satisfactorias en otro lugar. Y si así fuera, significaría que estaremos mejor”. “Nuestras formas abiertas de sentir por los demás y nuestro estándar ético supremo de ser sinceros con nosotros mismos son quizás las invenciones sociales más importantes de la humanidad”, reflexiona Scott. “En las sociedades previas, las personas podían lograrlo sólo hasta cierto límite. Sólo el mundo cibernético de hoy permite su pleno florecimiento. Niños frustrados se vuelven adultos frustrados. Las personas que se desenvuelven bajo un complejo de inferioridad no pueden participar de manera completa de esta nueva manera de sentir y actuar”.
“En el pasado”, dice Hella, “los niños pasaban sus primeros cinco años de vida bajo condiciones que propiciaban un complejo de inferioridad permanente. De adultos, no importaba cuán imprescindibles o instruidos se volvieran, ni cuánto poder o habilidad obtuvieran: siempre se sentían inferiores en algún sentido”.
“Aquellos que más lucharon por obtener poder, como Napoleón o Hitler, fueron hombres limitados que fueron duramente estructurados por la autoridad de sus padres durante sus primeros años” agrega Scott. “En un intento por combatir este complejo de inferioridad desarrollaron lo que externamente se veía como un complejo de superioridad. Pero internamente, siempre había un niño inseguro, sobresaltado y temeroso de que alguien descubriese lo que realmente sentía. Mientras las personas tuvieran ese sentimiento de inferioridad, era imposible para ellos lograr un sentimiento de valía basado en su propio desarrollo interno.”
Fuente:
Libro “Mirando hacia adelante” de Kenneth S. Keyes, Jr. And Jacque Fresco.
(Escrito en el año 1969).
“¡Qué barbaridad!” dice Scott. “Me cuesta imaginar a alguien intentando retener el amor de otra persona mediante la fuerza o la amenaza. Uno mantiene el amor con los brazos abiertos, no con los puños cerrados”. “Sí, pero ellos no podían sentir de esa manera”, replica Hella. “Sus celos eran generados por sentimientos de inferioridad e inseguridad. El hombre temía que si su mujer se cruzaba con otro hombre, lo encontraría más atractivo y no volvería con él”.
“Cuando tú estás con alguien, yo me alegro” dice Scott con un cálido tono de voz, “pues sé que has encontrado una relación que enriquece tu vida. Y cuando tú estás conmigo, yo tengo el reconfortante sentimiento de que estamos juntos, sencillamente porque queremos estar el uno con el otro.”
En el pasado, si un hombre y una mujer se amaban mutuamente y deseaban un tipo íntimo de compañía, la sociedad esperaba que ellos se unieran mediante un acuerdo legal llamado matrimonio. Por supuesto, esto era realizado para asegurar la mantención de los niños durante sus años de crecimiento, pero, ¿puedes imaginar verdadero amor y compañía si estas encadenado a derechos y obligaciones legales? “Suena horrible. Si tu disfrutas estar conmigo, eso es maravilloso”.
Hella acaricia suavemente a Scott. “Si nuestras vidas tomasen caminos diferentes, sería porque hemos encontrado relaciones más satisfactorias en otro lugar. Y si así fuera, significaría que estaremos mejor”. “Nuestras formas abiertas de sentir por los demás y nuestro estándar ético supremo de ser sinceros con nosotros mismos son quizás las invenciones sociales más importantes de la humanidad”, reflexiona Scott. “En las sociedades previas, las personas podían lograrlo sólo hasta cierto límite. Sólo el mundo cibernético de hoy permite su pleno florecimiento. Niños frustrados se vuelven adultos frustrados. Las personas que se desenvuelven bajo un complejo de inferioridad no pueden participar de manera completa de esta nueva manera de sentir y actuar”.
“En el pasado”, dice Hella, “los niños pasaban sus primeros cinco años de vida bajo condiciones que propiciaban un complejo de inferioridad permanente. De adultos, no importaba cuán imprescindibles o instruidos se volvieran, ni cuánto poder o habilidad obtuvieran: siempre se sentían inferiores en algún sentido”.
“Aquellos que más lucharon por obtener poder, como Napoleón o Hitler, fueron hombres limitados que fueron duramente estructurados por la autoridad de sus padres durante sus primeros años” agrega Scott. “En un intento por combatir este complejo de inferioridad desarrollaron lo que externamente se veía como un complejo de superioridad. Pero internamente, siempre había un niño inseguro, sobresaltado y temeroso de que alguien descubriese lo que realmente sentía. Mientras las personas tuvieran ese sentimiento de inferioridad, era imposible para ellos lograr un sentimiento de valía basado en su propio desarrollo interno.”
Fuente:
Libro “Mirando hacia adelante” de Kenneth S. Keyes, Jr. And Jacque Fresco.
(Escrito en el año 1969).
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