Podrás vivir con alguien durante veinte, treinta o cincuenta años; no importa cuántos... seguiréis siendo desconocidos. Siempre, por siempre seréis desconocidos. Acepta el hecho de que somos desconocidos, de que no sé quién eres, de que no sabes quién soy. Ni yo mismo sé quién soy, ¿Cómo puedes saberlo tú?
Pero la gente asume que la mujer sabe quién es su marido; el marido asume que su mujer le conoce. Todos funcionan como si pudieran leer la mente de los demás, creyendo que tu compañero debería saber -antes de que se lo digas- cuáles son tus necesidades, tus problemas. Él debería conocerlos, ella debería conocerlos... y deberían hacer algo.
Pues bien, todo esto es una tontería. Nadie te conoce, ni siquiera tú, así que no esperes que nadie te conozca. Es imposible, por la propia naturaleza de las cosas. Somos desconocidos. Por casualidad nos hemos encontrado y estamos juntos, pero la soledad está ahí. No lo olvides, porque sobre esto debes trabajar. Sólo de ahí nace tu redención, tu salvación.
Pero estás actuando exactamente al revés. ¿Cómo puedes olvidar tu soledad? El compañero, la compañera, el cine, el partido de fútbol, perderse en la multitud, bailar en la discoteca, olvidarte de ti mismo, tomar alcohol, drogas. Hay que hacer algo de manera que esa soledad no llegue a tu consciencia. Sin embargo, ahí reside todo el secreto.
Tienes que aceptar tu soledad, no puedes eludirla de ninguna manera. Y no es posible cambiar su naturaleza. Es tu realidad auténtica, eres tú.
Y estás escapando de ti mismo. Entonces, habrá sufrimiento, habrá problemas. Y al resolver un problema, crearás diez más, y así sucesivamente. Pronto lo único que habrá a tu alrededor serán problemas, y pronto te estarás ahogando en ellos.
Y luego exclamas: ¿Por qué estoy cada vez más tenso? ¿Por qué sufro tanto? ¿Por qué hay tanto dolor? Como si alguien pudiera responder a esto. Y en realidad alguien puede: tú.
Te lo digo con autoridad, porque yo he encontrado la respuesta dentro de mí. La autoridad no se deriva de ningún Dios, de ningún Mesías, de ningún Veda, Corán o Biblia. No, esta autoridad se deriva de mi experiencia.
Toda mi vida la he vivido en medio de millones de personas, pero ni por un minuto he olvidado que estoy solo. Y mi soledad es inalcanzable; nadie puede llegar a ella. Sólo está disponible para mí, porque eso soy yo.
Así que, en cuanto dejes de escapar de ti mismo, ahogándote en toda clase de drogas, relaciones, religiones, servicios a la Humanidad... muchos lo están haciendo, y no es más que una forma de escapar de sí mismos. Pero satisface sus egos: están sirviendo a la Humanidad.
Conozco a muchos de estos servidores –grandes servidores– y al hablar con ellos y llevarles al punto central, y romper sus defensas… todos literalmente rompen a llorar, diciendo: Tal vez tengas razón, estamos huyendo. Pensamos en servir a esta pobre gente, pero ni siquiera hemos sido capaces de resolver nuestros propios problemas.
A la gente eso les parece un mejor escape, de esta forma puedes dejar tus problemas a un lado. ¿Cómo puedes ser tan egoísta ocupándote de tus problemas cuando toda la humanidad está sufriendo? Todos están sufriendo… ayúdales. De esta manera puedes con un bello gesto dejar tus problemas a un lado, incluso pensar en ellos es egoísta.
Pero teniendo semejantes problemas ¿a quién ayudarás y cómo? Sólo descargarás tus problemas en aquellos a los que pretendes servir. La mujer los descarga en su marido, el marido en la mujer, los padres en los hijos, los hijos en los padres... y todos descargan sus problemas en los demás, sin ver que el otro está tratando de hacer lo mismo.
¡Deja de responsabilizar de tus problemas a otro! Tú debes resolver tus problemas. Todos hemos de hacerlo. Y los problemas no son tantos. Hay un sólo problema que no has resuelto, uno que ha creado una cadena de problemas no resueltos.
Y el problema es: ¿cómo entrar en tu soledad sin miedo? Una vez que has entrado sin miedo en tu soledad, la experiencia es tan hermosa y tan llena de gozo, que nada puede comparársele.
No es en absoluto un problema, sino la solución de todos tus problemas. Pero tú lo has convertido en un problema porque has escuchado a los demás y los has seguido; un ciego siguiendo a ciegos líderes y ciegos sacerdotes.
Todos se mueven en círculos, cada uno creyendo que quien le precede es capaz de ver. Y lo mismo ocurre con el primero, se aferra al abrigo, o a la camisa de algún otro, creyendo que este otro sabe adónde va. Y todos siguen moviéndose en círculos.
Nadie va a ningún lado: Los seguidores siguen al líder, el líder sigue a sus seguidores. Debes detenerte y salir de este estúpido juego de líderes y seguidores, basta con que seas tú mismo. Y recuérdate: has nacido solo, la soledad es por consiguiente tu realidad y morirás solo.
Esta es tu realidad. Y entre la vida y la muerte, entre estos dos puntos donde tú estás completamente solo, ¿Cómo puede ser la vida algo diferente?
A cada momento estás solo. Acéptalo con alegría… entra en ello tanto como te sea posible, tantas veces como puedas. Este es el templo de mi religión, no está hecho de rocas, ni de mármol, sino de tu consciencia.
Entra en él. Cuanto más profundamente entres, más se alejarán los problemas.
En el momento que toques el centro de tu ser, habrás llegado a casa y desde este punto saldrá lo que se te ocurra, será una ayuda, será un servicio, será un compartir. No estarás descargando nada sobre el otro.
Por un lado, los curas te han suministrado el anhelo de otro mundo. El deseo del otro mundo, del mañana.
Por el otro, el político te ofrece este mundo, puedes ser presidente. Cualquiera en América puede ser presidente, todos los ciudadanos son iguales… que tontería, ni siquiera dos hombres son iguales.
Y sólo el más astuto será el presidente, no todos. Al menos no aquellos que podían haber ayudado a los demás, sólo los ambiciosos llegan en cualquier país al puesto político más alto. Y además es necesario ser completamente ambicioso para jugárselo todo en esto. No te ha de importar lo que hagas, sólo has de mantener un único objetivo en la mente y hacer lo que sea necesario para alcanzarlo, este bien o mal, da igual.
Si fracasas todo estará mal, si tienes éxito todo estará bien. El éxito está bien, el fracaso mal. Así es como los políticos nos han enseñado.
Deshazte de todo lo que los políticos y curas han introducido en ti y cuando lo hagas empezarás a vislumbrar tu puro Ser. A esto lo llamo meditación. Una vez que lo experimentas, te transforma para siempre.
Osho.