Podemos ayudar a los demás incondicionalmente, pero si uno no está en su centro. O más bien no es consciente de lo que hace, poco a poco uno va adquiriendo pensamientos basados en sus propios intereses, sean económicos, de fama o de satisfacer un ego. De ser reconocido, ser mejor que los demás, o de guiar, o de canalizar mejor que otros.
Y con la excusa de servir a la fuente, uno va adquiriendo ...la destreza de mover gente. Influenciar a las personas a que también sirvan a la fuente, así ellas toman la decisión por ellas mismas de dejar sus trabajos, vender sus inmuebles, carros, etc. y dejando a sus seres queridos para comenzar una nueva vida lejos de la ciudad caótica, se van hasta el ombligo del mundo llevando todas sus cosas por el temor de una canalización basada en una próxima destrucción. Resguardándose ellos así en ese lugar.
Cuando las personas ya no te sirven de alguna manera $$$, las cambias por otras, te buscas una nueva pareja que te pueda solventar económicamente o pueda ayudarte a algunas comodidades cómo alojamiento o comida; pagar los viajes vienen de las donaciones caritativas, de las iniciaciones o talleres de distintos precios, incluso hay gratuitos, si es que no deseas pagar.
Con el tiempo, uno encarga a las diversas personas comprometidas con el ideal (las que sé que no me van a fallar) a que den iniciaciones, de esta manera ya tengo a personas de confianza, que no me contradigan en nada, y sobretodo me ayudarán. Para que no duden les hago recordar siempre que están sirviendo a la fuente y no a mí.
Lo que nació con un propósito noble, se ve convertido no sé en qué. Pero ya no hay marcha atrás, porque muchas personas ahora dependen del grupo.
Quitarles las creencias y dejarles con un vacío que no saben con qué llenar es doloroso. A menos que se den cuenta qué el vacío es algo hermoso, y llenar no es algo que tengamos qué hacer, sino dejar que sólo suceda. En otras palabras no hay nada que llenar.
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