martes, 8 de enero de 2013


En los niños, la mejor manera de ayudar es no “ayudarlos”.

Muchas veces solemos querer imponerles lo “mejor”.
Y sobretodo si ellos no aceptan, nos resentimos por el rechazo; o pensamos que son unos tontos.

¿Imponerles nuestras ideas?
¿En vez de que ellos construyan las suyas?

¿Decirles que nuestro pensamiento es el mejor y que ellos tienen que pensar igual?

¿Condicionarlos a que jueguen de tal manera?
¿A que vivan de determinada forma?

Les decimos que la vida es un juego que deben jugar, pero a la vez les imponemos cómo deben hacerlo.

Y si no hacen como debe de ser, les hacemos creer que están equivocados. Y si persisten en esa “equivocación”, les reforzamos que son unos inútiles.

No hay un plan para adoctrinarlos, ni para “ayudarlos”. O hacerlos más mejores de lo que son. Lo que estamos haciendo son cagarlos, limitándolos a que vivan de una determinada manera, queremos que vivan como nosotros o supuestamente mejor que nosotros.

Hey tú, para más tiempo con ellos, en vez de contratar a alguien para que les enseñe “algo”.

Sube una montaña con ellos, bañate en una catarata, mira una película que transmita un mensaje positivo. Juega, diviértete con tu gran imaginación.

Comparte tu tiempo con ellos, te “enseñarán” más de lo que tú piensas.

Descubre esas preguntas que algunas veces no podemos contestar, porque no sabemos que decir. Porque no nos imaginábamos que eso nos podían preguntar.

¿Sigues pensando en un proyecto para cambiar mentes? Es decir: ¿para “ayudar” a estos niños?

A los niños se les obliga ir a las escuelas, donde terminan odiando lo que hacen. Se les enseña a competir, a ser mejores que los demás.
La sociedad incentiva sin querer queriendo el bullying.

Son los niños que terminan matando a otros niños. Matando la creatividad, la potencialidad y la libertad de todos ellos.
Consecuencia de patrones establecidos, uno de ellos es la “ética” y que decir de la “moral”.

Dejarlos interactuar con la naturaleza, con los demás seres que existen.
Dejarlos vivir sus propias experiencias.
Dejarlos que descubran sus propios talentos, sus potencialidades.
Dejarlos vivir “sin que se den cuenta” que los estamos cuidando.

Que interactúen con la existencia para que así no vivan con dependencias, temores, miedos, vicios, apegos, vacíos y complejos.

Para que más adelante puedan decir: “Ya he vivido, y ya no pienso en huevadas que los adultos viven enfrascados en esta sociedad consumista”.

Dedicado para la humanidad; en especial para Jennifer Torres, por el amor o dependencia hacia estos seres.

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