¿De qué manera contribuyes con la sociedad?
¿Haciendo la vida imposible al que se te cruza por tu camino?...
¿O quizás ignorándolo?...
¿O ayudándolo a seguir adelante, sacando lo mejor de sí mismo?
Es comprendiendo que de esta manera, la luz de esa chispa divina que todos llevamos dentro, se va expandiendo y eso hace un efecto multiplicador.
Cada corazón que esa luz toque, permitirá que despierte la luz que siempre estuvo, está y estará en cada uno de nosotros.
Entonces, de ti depende si deseas un mundo de paz y de amor. Porque es con cada acto, con cada pensamiento que construyes tu propio mundo, el cual influye en el de los demás.
Agradece al universo, a la vida, a cada persona, por permitir que estés aquí; fue gracias a cada una de ellas que estás aquí, en estas circunstancias, que son oportunidades para ser cada día mejor, no mejor que los demás, sino mejor de lo que fuiste ayer; y así poder compartir esa experiencia en cada vivencia.
Cada acto, cada pensamiento influye en tu vida y en la vida de los demás.
Cuando odias, ese odio se somatiza en tu propio cuerpo, generando diversas enfermedades. Ese mismo odio influye en la vida de los que te rodean.
Compartes sin querer ese odio con los demás y ellos lo transmitirán también a otras personas, creándose así un efecto multiplicador.
Es un ciclo, que afecta a muchas personas.
Con mucha paz, calma y tranquilidad puedes detener ese ciclo.
Cuando no hay orgullo, nada te puede afectar.
No existen barreras para el amor incondicional.
No es cuestión de creencia, sino de “perspectiva”.
Dedicado para la humanidad.